El amor puede verse pervertido cuando se permea por la doctrina del consumo, tanto como los activismos pueden necrosarse al ser embaucados por la doctrina de la acumulación y la competencia. Así como la cosificación de una contraparte afectiva o sexual vicia todo encuentro, la acumulación de trayectoria, logros, dirigencias e hitos políticos puesta en servicio de la auto realización de un activista le asemeja al gran magnate de capitales. Así, el uso de ese “capital político” para la competencia con otros activismos, le homologa al vil especulador. El activismo debiese, en mi opinión, ser un espacio empoderante, ya que entre sus roles está el “activar”, convocar. Otra práctica sería contraproducente.
Por esto no debe entenderse una invitación a la condescendencia o a la amabilidad bajo criterios tan insuficientes como el encontrarse en espacios o temáticas de activismo, por cierto, la afinidad se da al caminar senderos comunes. Más bien es un llamado de atención, firme pero humilde, a quienes en éste informal colegio del activísimo ocupan sus vitrinas, bien habidas o no, en denostar a otros activismos, con quienes tienen más en común que con los adversarios comunes, como un ejercicio de medición de mérito, como, en fín, una competencia que contamina a un espacio lírico con la ordinariez de sanhattan.
Cuando esto se da entre activismos LGBTIQA+ es particularmente mal habido pues desde las descripciones antipatriarcales del neoliberalismo se ha descrito como un ejercicio diseñado por y para los varones privilegiados aquel de consumir y acumular. Desde esta tesis, tal ejercicio entre activismos disidentes sería una incorporación de valores contra los cuales se revelan los libertarismos esenciales y los de género.
Particularmente y para dotar de historicidad a ésta columna, el cuestionamiento al activismo (e identidad de género, insólito) de Rodrigo Mallea por parte del histórico Che de los Gays constituiría no sólo una asimilación paradigmática del modelo, sino que sería motor y teoría para la invalidación de los activismos disidentes que hoy dan disputas electorales sin entregarle al activista previamente un certificado de miseria, un historial de agresiones o algún otro testimonio certificado de sufrimiento. Es el sectarismo lo que impide la conformación efectiva de una comunidad desde la cual algunes caminamos con heridas de exilio a la disputa electoral a hacer aún más evidente la discriminación que, al parecer, es lo único que nos une.