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Desigualdad, ruralidad, pobreza y otras dificultades que enfrentan las mujeres en las zonas de rezago

Por: Natalia Rodríguez, alumna en práctica de periodismo, Universidad de la Frontera

Foto: Pedro Rodríguez Maulén

Desigualdad es la palabra que mejor define la realidad a la que se enfrentan las más de 135 comunas a lo largo de Chile que están en condiciones de ser declaradas bajo el concepto de Zona de Rezago. Si bien es transversal entre ellas, las que cuentan con un mayor índice de ruralidad son las que más han visto agudizada esta situación durante la pandemia, plasmándose la crisis en los puestos de trabajo de las ramas feminizadas y en la lenta recuperación para aquellos puestos ocupados por mujeres.

“Estas zonas se consideran de rezago por el déficit en lo relacionado a la conectividad con los centros urbanos y productivos según región, y por ende, el bajo movimiento comercial, el empleo y la poca densidad poblacional” explica Nestor Contreras Fuentes, asistente social y coordinador de Educación Continua y de Proyectos de la Dirección de Vinculación con el Medio de la Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de La Frontera (Ufro). En ciertas regiones, el problema se agudiza debido a la alta ruralidad de la población en la periferia, donde se concentran mayores índices de pobreza, desigualdad, precariedad y vulnerabilidad.

Actualmente, estas zonas se definen de acuerdo al informe que elabora la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo (Subdere), el cual  contiene un listado de las comunas más susceptibles de ser propuestas como tal y que es entregado a los Gobiernos Regionales correspondientes.

Un escenario que también afecta a las mujeres

Según la UNESCO, Chile alcanza un 72.3% en el  índice de brecha de género. El ingreso promedio de las mujeres es  un 26% menor que  el de los hombres y la pobreza por ingresos es considerablemente mayor en la población de zonas rurales.

Según información de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) 2017, el porcentaje de mujeres que se encuentran en situación de pobreza es de 16% en zonas urbanas  versus un 32% en lo rural.

Ñuble y Araucanía: Los rostros de la crisis

Además del Censo del 2017 que indica que los más altos porcentajes de población rural son Ñuble (30,6%), La Araucanía (29,1%) y Los Ríos (28,3%) (estas últimas, caracterizadas por tener territorios rurales con una dispersa división de viviendas y explotaciones agropecuarias donde, por lo general, no se dispone de servicios públicos o facilidades propias de las áreas urbanas), en la misma línea, los indicadores Habits de AIS Group, estiman que uno de cada cuatro hogares en la Región de La Araucanía sufren de pobreza multidimensional, es decir, tienen carencias en aspectos básicos como la educación, trabajo, salud o vivienda.

En paralelo el informe del Banco Mundial “La Nueva Cara de la Pobreza en Chile”, analizó el efecto de la pandemia de Covid-19 en el país y concluyó que a raíz de esta,  800 mil chilenos más serán considerados pobres, advirtiendo que las situaciones más complejas se vivirán en las regiones de Ñuble y La Araucanía.

La situación a la que se enfrenta la más nueva región

Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) Ñuble cuenta con una población total de 514.508 personas de las cuales 265.649 del total son mujeres.

Precisamente enfocada en ellas, surgen organizaciones de la sociedad civil con conocimientos en equidad de género que promueven los derechos de las mujeres y aportan a las nuevas generaciones a través de discusiones de políticas públicas para una mayor equidad, como es el caso de la Fundación Unión Femenina 2.0.

Esta entidad refleja el trabajo hecho a pulso por la asistente social Susana Concha Acuña y tiene tres programas: Agrupación de Mujeres, encargada de proporcionar y fomentar el desarrollo de las habilidades sociales para lograr la independencia emocional y personal. Mujer Líder, enfocado a capacitar a mujeres con perfiles líderes para que creen sus propias organizaciones y así avanzar en conjunto. Y la Agrupación Mujeres Temporeras, que busca abordar el tema laboral de las trabajadoras y visibilizar su labor en un rubro altamente feminizado.

Con el objetivo de educar sobre su campo laboral durante temporadas, la organización trabaja a través de la educación y una dinámica de equidad de género, en esta línea la directora de la fundación, Susana Concha, comenta: “Cuando uno empieza a trabajar directamente con ellas, se empieza a ver cuáles son sus necesidades reales. La mayoría concuerda en que el trato, el traslado, y en cómo se desvalorizan como mujeres es importante, pero es un tema profundo, no se puede tratar a pinceladas”.

¿Y a qué hace frente La Araucanía?

Por su parte, la región de La Araucanía es la única región del país, cuyo indicador de Brecha Social es superior en 1,5 veces al promedio nacional de acuerdo con la última medición vigente.

Bajo este contexto, las mujeres se han visto más afectadas. En cuanto a la autonomía económica, durante el 2018 el porcentaje de personas sin ingresos propios alcanzaba un 40,1% en el caso de las mujeres y un 15,0% en cuanto a hombres, según la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI).

Frente a esto es el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (SernamEG) en alianza con el Gobierno Regional y las Municipalidades quienes generan el programa Mujer asociatividad y emprendimiento, que tiene por objetivo estratégico “avanzar hacia la autonomía económica de las mujeres emprendedoras, desarrollando estrategias de intervención que permitan mejorar sus competencias y habilidades contribuyendo a la viabilidad y sostenibilidad de sus emprendimientos”, comentan desde la institución pública.

Con respecto al programa, la profesional de SernamEG, Leticia López Sandoval, comenta: “A propósito de la pandemia, tuvimos que ir acomodando el programa, hemos trabajado con una cantidad importante de mujeres en el territorio. Pero este es un trabajo de largo aliento, porque podemos apoyar, pero hay que ir transformando la cultura y la idea de cómo las mujeres están socialmente reconocidas”.

“Existen barreras territoriales y también de género, porque al interior de estas familias en las zonas de rezago hay dinámicas a las que tienen que sobreponerse, en temas como la alfabetización y de cuidados, por ejemplo, en pueblos y campos donde la vejez es mayor” continúa Leticia López. Según el INE en su boletín Género y empleo: Impacto de la crisis económica por covid-19, en el trimestre octubre-diciembre de 2020, un 33,9% de las mujeres declararon como razón principal para no participar en el mercado laboral, razones familiares permanentes, es decir, tener que realizar trabajo doméstico y de cuidados no remunerados en sus hogares.

Medidas a nivel nacional

A nivel nacional, el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género, ha dispuesto de cuatro programas para empoderar a las mujeres en lograr una autonomía económica que les permita insertarse laboralmente y aportar con sus competencias y habilidades al desarrollo del país.

El Programa 4 a 7 proporciona a mujeres responsables de niños/as de 6 a 13 años acceso a un servicio de cuidado en apoyo a su participación en el mercado laboral. El Programa Mujeres Jefas de Hogar, busca promover la autonomía económica a través de la entrega de herramientas que permitan generar y gestionar recursos propios. El Programa Mujer Emprende otorga herramientas técnicas y de gestión a mujeres que cuenten con un emprendimiento de a lo menos un año de antigüedad y el Programa Buenas Prácticas Laborales con Equidad de Género, que fomenta un cambio cultural desde el interior de organizaciones públicas y privadas para favorecer el ingreso, permanencia y desarrollo de las mujeres en el mercado laboral remunerado.

También cuentan con el Fondo Equidad de Género, que de carácter anual contribuye al financiamiento de proyectos nacionales, regionales y/o locales y actividades de educación y difusión, que estén destinados a fortalecer la participación, asociatividad y liderazgo de las mujeres, en el marco de la equidad de género y los derechos humanos de las mismas.

De igual forma, el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) cuenta entre sus ejes centrales de trabajo el fomento a la inclusión de la mujer rural, y como no, si las mujeres han irrumpido con fuerza en la economía rural, visibilizando y ampliando su participación en la estrategia de la economía familiar.

También existen créditos como Adelante Mujer Rural que tiene por objetivo el financiar las necesidades de capital de trabajo y de inversión requeridos para desarrollar actividades económicas y productivas en las mujeres rurales del país.

Aun así, la crítica es a la “solución parche” frente a estas desigualdades territoriales, ya que, aunque la cantidad de recursos que se entregan en los planes de rezago son importantes para los ámbitos de infraestructura, educación y salud, los indicadores no parecen mostrar mejoras significativas. “Por más recursos que se inyecten a los territorios, Municipios y Gobierno Regional para que puedan implementar obras, lo que se necesita también tiene que ver con las atribuciones, con el poder de decisión, que es necesario a la hora de poder generar mayor desarrollo en los territorios y en las regiones” afirmó el asistente social, Néstor Contreras Fuentes.

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