Cuando se expone sobre el proceso de la independencia de Chile, por lo general se da escasa tribuna al aporte de las mujeres a la presente etapa crucial de nuestra historia. Una de ellas fue doña Francisca Javiera de la Carrera y Verdugo. Prócer de la emancipación nacional y a juicio del suscrito, madre de la patria.
Doña Javiera Carrera nació en Santiago en 1781. Hija de Ignacio de la Carrera (vocal de la Primera Junta de Gobierno) y de Francisca de Paula Verdugo, fue parte de la familia Carrera, quien junto a sus hermanos José Miguel, Luis y Juan José, lucharon sin descanso por la independencia. Si bien recibió una esmerada educación acorde a su condición social, se destacó por su inteligencia y posterior compromiso con la causa patriota. Cabe señalar que la mujer en este contexto no tenía derechos políticos, ni posibilidad de acceder a cargos públicos, no importando su condición social.
Se convirtió en un emblema por la lucha emancipadora, asistiendo a las reuniones que organizaban los patriotas, así como ofreciendo ayuda logística por la causa. Bordó nuestra primera bandera nacional y fue un apoyo constante hacia sus hermanos, tanto en las campañas militares, como en su penoso y trágico exilio. A su retorno a Chile, vivió sus últimos años en la hacienda de El Monte, dedicándose a obras de caridad, falleciendo en agosto de 1862.
El caso de doña Javiera, la igual que otras mujeres que participaron en nuestra independencia, fue una excepción que no debemos olvidar, dado que muchas de ellas dieron su vida por el país que tenemos. Su figura y aporte ha cobrado relevancia en las últimas décadas, siendo objeto de diversos homenajes por parte de la sociedad civil. Ya diversos autores en el siglo XIX, como el caso de Vicente Grez, Benjamín Vicuña Mackenna, entre otros, aportaron desde la historiografía sobre su vida y obra.
