En primer lugar, ¿en qué consiste el trabajo que está realizando Escuela La Tribu?
-Escuela La Tribu es un espacio interdisciplinar que trabaja principalmente de forma digital en el ámbito de la formación, actualización y especialización de profesionales en el área de salud sexual y reproductiva. Hemos formado a más de 5 mil personas en Iberoamérica y estamos escribiendo junto al Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, además del Ministerio de Salud, la primera guía en salud menstrual.
¿Cómo es la realidad de las mujeres respecto a su salud sexual?, ¿cuándo hablamos de una experiencia positiva?
-De acuerdo a las recomendaciones internacionales vigentes de organismos en la materia, como por ejemplo Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, la salud sexual y reproductiva debe considerarse sobre la base de distintos ejes y condiciones como el cuerpo, las emociones y mente, además de los contextos y entornos sociales.
Si yo pienso en una mujer en particular, no debería tener ninguna patología no atendida, debe contar con un buen estado nutricional, buen estado de salud mental y un entorno que le permita ejercer su sexualidad de la manera más plena posible, sin embargo en esta última dimensión nos encontramos con los principales problemas.
En esa línea, las cifras también apuntan a que la salud sexual de las mujeres está marcada por situaciones de violencia, ¿qué episodios podemos mencionar en ese contexto?
-La violencia es un tema de salud pública poco abordado. En el caso de niñas, adolescentes y mujeres los niveles son muy altos y Latinoamérica es la región del mundo más peligrosa para ellas. Se estima que más del 30% de las mujeres en el mundo ha experimentado violencia y cuando esto se amplía a abuso y acoso, la prevalencia puede llegar a un 70%. En Chile, el centro “Miintimidad” realizó un estudio que reveló que 6 de cada 10 mujeres accede a tener relaciones sexuales sin deseo para “cumplir” y evitar peleas, entonces cuando hablamos de una correcta salud sexual y reproductiva, nos referimos a que tiene que ser libre de violencia, discriminación y coacción.
Pensando en la visión de la sociedad en relación a los estereotipos de género, ¿hay una presión distinta hacia las mujeres que a los hombres?
Sin duda, cuando miramos este fenómeno desde un enfoque de género y derechos humanos vemos que los roles y estereotipos atraviesan también la sexualidad de niñas y mujeres. En esta construcción patriarcal y social, son objetos al servicio de un deseo o mirada masculina y frente a eso hay muchos mitos que se han construido, como por ejemplo que para ellas es más difícil tener un orgasmo, cuando lo que sabemos es que solo el 30% va a tener orgasmos a través del sexo penetrativo, que a su vez es considerado culturalmente como la única manera válida de tener “sexo real”.
¿Qué rol tienen las/los profesionales en este cambio de visión?
-En relación a lo anterior, lo que necesitamos es reconocer estas normas, cuestionarlas y eliminarlas. Ahí es importante el rol de las/los profesionales, porque cuando una mujer consulta porque no tiene una vida sexual placentera o por qué tiene dolor, lo que recibe lamentablemente son recomendaciones sobre su actitud, o frases como “relájate más”, “tienes que trabajar en ti misma”, y no hay un reconocimiento de otros elementos.
En internet hay una gran cantidad de información, pero también hay una exposición a la pornografía que puede distorsionar la realidad, ¿considera que faltan espacios para hablar de educación sexual?
Las/los jóvenes si están recibiendo educación, pero esto no solo implica cosas buenas, hoy existe una pedagogía de la violencia hacia las mujeres que se les está enseñando a los hombres. En este tipo de contenidos, no solo hablamos de cuerpos desnudos que interactúan sexualmente, hay una validación de la humillación, cosificación y violencia, de hecho una de las categorías más buscadas es la de mujeres diciendo que “no” y hombres no respetando esa decisión.
Tenemos que educar desde otros espacios, como el colegio y la universidad, para ello necesitamos incorporar educación sexual integral, porque no es suficiente ver los elementos anatómicos o que hablemos de sexualidad en positivo, se necesita orientar la educación a desaprender lo que hemos aprendido sobre la base de lógicas sexistas.
¿Algún mensaje para nuestras lectoras?
-Me gustaría dar dos mensajes. Primero, a las profesionales que trabajan con otras mujeres. Por lo general las políticas públicas y estrategias educativas, se orientan solo a mujeres, pero en la medida que hacemos eso, le cargamos la responsabilidad a que ellas resuelvan el problema, cuando el problema es de quienes ejercen la violencia.
Lo ideal es que si eres profesional, te formes en esa área. Nosotras estamos a punto de abrir un diplomado, porque nos dimos cuenta de las pocas herramientas que tienen ellas (debido a la falta de un enfoque de género en las mallas curriculares), aún cuando tienen ganas de cambiar la situación.
Y el segundo mensaje es que si eres mujer, tienes que saber que la violencia, coacción y discriminación que pudiste haber vivido no es tu culpa. Cuando hablamos de sexualidad, ojalá pudiéramos hablar de placer, pero también hay que hacer un equilibro, entre esto y sanar heridas de una cultura que ha sido violenta con las niñas y adolescentes. No estás sola en este camino. –Concluyó-