Por Victoria Valencia Andrade
Juana Guillermina Silva Chávez (63) es una mujer reconocida en el mundo pesquero. La actual presidenta de la Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Industria Pesquera, Región del Biobío (FESIP), tiene varias décadas de trabajo en plantas de proceso, labor sindical y gremial.
Hija de familia minera creció en Coronel junto a siete hermanos. Tuvo el ejemplo de su madre que se levantaba de madrugada, emprendedora, luchadora, hacía el pan de mina en el horno de una vecina, mientras que su padre bajaba a la mina para traer el sustento. Se educó en la escuela básica de su población y luego comenzó a viajar a Concepción para estudiar en el Instituto Superior de Comercio, lugar del cual egresó con el cartón de “Ventas y Publicidad”,.
“Quería seguir estudiando, pero mis padres no tenían los recursos”, recuerda Juana, que tuvo un primer trabajo profesional con la venta de unos cursos, pero que debió interrumpir al quedar embarazada de su primer hijo, “en esa época era muy difícil salir adelante, las empresas no tenían sala cuna, pero tuve el apoyo de mis padres para seguir y gracias a Dios conseguí un nuevo trabajo. Llegué a la pesca por una necesidad económica, con el cierre de las minas de carbón, llegaron las empresas pesqueras y comencé a tocar puertas. Se abrió una nueva oportunidad de trabajo, yo tenía que salir adelante porque tenía un hijo”, recordó.
En el mundo laboral
Era 1995 cuando entró a Pesquera del Norte, cuenta que en ese tiempo no había celular, por lo que todos los días se levantaba temprano e iba a preguntar por trabajo, hasta que un día en portería le informaron que debía presentarse un día domingo al turno de la tarde. En silencio agradeció y aceptó su empleo. Comenzó como ayudante de bodega, era un contrato por día, cuenta y luego pasó a la planta de conserva a trabajar en la producción.
“No sabía nada, y me llevaron a la mesa de corte, yo colocaba el jurel en esa huincha para que mi compañera lo cortara y pasara al proceso de conserva. De primera fui lenta, pero mis compañeras fueron generosas y me enseñaron. Recuerdo que debíamos llevar nuestra vestimenta, un beatle blanco y delantal, sólo nos pasaban botas y pechera. La realidad era que un 60% de las mujeres que allí trabajaban eran jefas de hogar, y como yo era bien social, las escuchaba» comentó.
A lo anterior Juana Silva relató que «tenían más problemas que yo y me motivó a ayudar al prójimo. Veía compañeras llorar en el baño. Había injusticia hacia la mujer y yo tenía en mi cabeza los sindicatos mineros. Ahí me surgió el tema de conversar para formar un sindicato y evitar las injusticias. Oraba a Dios para que me diera la fuerza y comencé a investigar. En 1996, yo todavía era eventual, no tenía contrato indefinido. Partí a preguntar a la Inspección del Trabajo cómo lo podía hacer y desde ahí me orientaron”.
La protagonista de esta historia, cuenta que fue un camino difícil, en el que debía combinar sus funciones laborales con el trabajo sindical. En ese contexto tuvo que aprender a negociar, a cómo relacionarse con los gerentes y saber que suelo pisaba.
Trabajo político-pesquero
“Teresa Lizana (QEPD), fue una dirigente pionera del sector pesquero y muy generosa. Ella me enseñó cómo debía llegar a la autoridad…yo quería aprender y así lo hice hasta que llegó el día en que Teresa me motivó a dar el siguiente paso y ser parte de la Federación, era el año 2000 y los inicios de las luchas por las salas cuna en la industria pesquera, veníamos de las plantas y sabíamos la necesidad de las mujeres. Ahí comenzó mi trabajo político-pesquero, con la Ley 19.713, pude recorrer el país y conocer mucha gente. Le doy gracias a Dios por este trabajo de servicio”, afirma.
Mientras, en su vida personal nada era fácil, la casa de sus padres sufrió una tragedia y debió salir de ahí para vivir de allegada hasta conseguir su departamento, formó familia, y hoy tiene cuatro hijos y también nietos, a los que adora. “Ellos están orgullosos de mí y de mi trabajo, y yo lo estoy de ellos”. El camino no ha sido fácil, nos hemos encontrado con muros y trabas con la autoridad. Sin embargo, la industria privada ha evolucionado y a través del diálogo continuo , hoy hemos conquistado un trabajo decente, hemos sido testigos de una evolución positiva, tanto con los trabajadores, como para el medio ambiente, todos hemos tenido que aprender”, complementa Juana Silva.
Ya pensando en su retiro, le gustaría trabajar para Dios, entregando su tiempo a los comedores sociales, “se necesitan muchas manos en la iglesia, y le pido a Dios que me de fuerza para ello”. En lo personal piensa que tendrá más tiempo para atender a su familia, “les trato de cocinar para que se sientan acogidos, me gusta servir con amor, un plato calentito”. Finaliza.