Comparte y corre la voz

Conociendo el ciclo de la violencia: Una realidad que exige atención

pexels-mart-production-7699423

Según datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de Naciones Unidas (ONU), se estima que aproximadamente 736 millones de mujeres han experimentado violencia física y/o sexual en algún momento de sus vidas, lo cual pone de manifiesto la preocupante magnitud de este problema. Sin embargo, ¿cuáles son las señales negativas a identificar en una relación de pareja? ¿De qué manera puede la sociedad abordar este desafío de manera efectiva?

La violencia se puede manifestar de muchas maneras, afectando principalmente a niñas y mujeres o por razones de género. Pamela Jaime, Jefa del Área de Educación de APROFA señala que esto se produce por relaciones desiguales, asimetrías de poder y estructuras que sustentan inequidades. 

“La violencia en la pareja no siempre es evidente, pero la podemos agrupar en categorías como situaciones que afectan a nivel psicológico, físico, sexual, económico o emocional. En ese sentido, las expresiones van desde buscar controlar, dominar, humillar o denostar a la pareja, sus prácticas acciones, o agredir físicamente. Su expresión más extrema es a través de los femicidios” sostiene la profesional.

El ciclo de las relaciones abusivas

Nicole González Rothen, psicóloga y Coordinadora del Proyecto para el Empoderamiento de Mujeres de San Pedro de la Paz y Concepción, explica que el «Ciclo de la Violencia» consta de tres fases. La primera fase es la acumulación de tensiones, que incluye insinuaciones, ira contenida, sarcasmo y menosprecios por parte del agresor para desestabilizar a la víctima. Estos episodios pequeños pero constantes se van normalizando a lo largo de la relación.

En la segunda etapa del ciclo, se produce una explosión o incidente agudo que libera la ira y la tensión acumulada de la fase anterior. Durante esta fase, se producen abusos físicos y psicológicos, y el agresor culpa a la víctima haciéndole creer que ella es la responsable de la agresión debido a su falta de cuidado o competencia.

“Después del incidente, sigue un periodo de calma y afecto aparente. Aquí el agresor ejerce facultades de manipulación mostrando un tipo de afecto para recuperar la confianza de la víctima, se muestra arrepentido, y se realizan falsas promesas de no repetir la situación. La víctima perdona, se reconcilian y se vuelve a acumular la tensión” agregó la psicóloga.

La perpetuación de la violencia 

Según el informe titulado «Décima Encuesta Nacional de las Juventudes», un 17,5% de los jóvenes declararon haber experimentado algún tipo de violencia en sus relaciones de pareja, cifra que aumenta al 18,1% en el caso de las mujeres. Estos registros son considerados los más altos en los últimos 10 años, siendo la violencia psicológica la más común con un 14,4%. 

La perpetuación de la violencia puede estar influenciada por diversos factores biológicos y psicológicos. “Algunos de ellos incluyen: predisposición genética que pueden influir en la ira e impulsividad; desregulación neuroquímica, desequilibrios en neurotransmisores y otras sustancias que pueden afectar en control de impulsos y respuestas emocionales. Así mismo, experiencias contextuales pueden expresarse como factores psicológicos, traumas en infancia, abusos, patrones de comportamiento y replicación de estos” explica Nicole González Rothen, quien añade que  las consecuencias, pueden ser visibles a nivel físico, pero también incluir secuelas psicológicas como síntomas de Trastorno por Estrés Post Traumático: ansiedad, depresión, baja autoestima, y posibilidades de ejercer o repetir violencia en el ciclo en otros contextos, por ejemplo, en la crianza.

Salir del círculo

En Chile, se estima que las víctimas de violencia de género pueden demorar hasta  siete años en denunciar a su agresor, una arista que da cuenta que es importante abordar esta problemática desde una perspectiva multidisciplinaria que incluya intervenciones terapéuticas, apoyo emocional y medidas de prevención para romper el ciclo de la violencia.

Si bien este proceso, puede verse afectado por la falta de información y la falta de conocimiento sobre los derechos. Pamela Jaime sostiene que también ocurre otro factor clave: la naturalización de los actos. “No logran ser conscientes de cómo sus derechos son vulnerados a través de diversas prácticas. Por otro lado, reconocerse como víctima de violencia no es fácil, debido precisamente a las estructuras que perpetúan la violencia y que generalmente propician bajas autoestimas, culpabilidad y miedo por parte de estas” explicó.

A lo anterior, la  Jefa del Área de Educación de APROFA, plantea que otro factor determinante es la falta de apoyo institucional a nivel de Estado y la necesidad de abordar desde la educación la prevención y abordaje de la violencia de género. 

“La Educación Integral de la Sexualidad (EIS) podría jugar un rol fundamental, ya que está demostrado que a través de este currículo, se puede aprender sobre factores de riesgo y formas de prevención, además de derribar los estereotipos de género que impactan derechamente en las personas, sobre todo a las mujeres, niñas y jóvenes. Como sociedad, sobre todo en Chile, estamos al debe con la creación de una Ley que incorpore la EIS como una herramienta esencial” comentó la profesional.

25 de noviembre, una fecha para reflexionar

En el marco de la conmemoración del Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, desde APROFA fueron enfáticas en señalar que la violencia contra las mujeres toma diversas formas y se puede manifestar de manera muy clara y directa, pero también puede ser silenciosa y sutil.

“La estructura sistémica social, cultural, económica, en la que la sociedad se ve inmersa, permite que las mujeres sean objeto de violencia en distintos ámbitos (…) En ese sentido, el mensaje más claro es que cualquier persona que se sienta insegura, en permanente alerta, incómoda con actitudes o prácticas de su pareja, heterosexual o no, puede buscar orientación para así identificar si está sufriendo violencia. Recordar siempre que la violencia no solo son golpes, gritos o agresiones, también toma forma de comentarios insidiosos, hostigamiento, preguntas recurrentes, celos y control” expresaron desde la organización.

Por su parte Nicole González Rothen, agregó que “Lo más importante es eliminar el sentimiento de culpa y la verguenza. No es fácil, es un trabajo continuo, pero existen redes disponibles y en la medida que se vayan insertando en nuevos territorios con mujeres es clave que hablen, ya que es un proceso sanador. Nadie entra en una relación sabiendo que va a terminar siendo violenta. El llamado es a perder el miedo y a apoyarse en otras personas que estamos dispuestas a escuchar ” concluyó.

Si eres testigo o víctima de violencia, puedes llamar de manera gratuita al fono 1455, para pedir orientación. Si presencias un episodio de violencia donde la vida de una mujer puede estar en riesgo, los teléfonos disponibles son el 133 o 149 de Carabineros y PDI al 134.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

+ noticias y columnas