Elegía para Elisa

A inicios de este año, la región de Ñuble despidió a una gran mujer que dejó una huella imborrable en quienes la conocieron. En mi adolescencia tuve el privilegio de conocerla en sus diversas facetas y siempre estuvo ahí cuando más la necesité. En este texto quiero honrarla y describir su figura en su memoria.

Elisa del Tránsito Díaz Vizcarra flor nacida en septiembre, con voz de miel y mirada de café, sembró letras en la tierra fértil del saber, maestra rural, faro de conocimiento.

Tres retoños brotaron de su corazón, tres hijos amados, su más dulce creación, con manos de madre y espíritu indomable, tejió un hogar de amor inquebrantable.

Las flores susurrando su nombre en el jardín, las plantas danzando al ritmo de su voz, en el verdor encontró su refugio y paz, unión mística con la madre naturaleza.

En sus ojos cafés, un universo de historias, recuerdos de infancia, risas y nostalgias, secretos que solo las madres guardan, tesoros del alma que el tiempo no marchita.

Su pasión por la vida, un himno a la alegría, sus manos extendidas, un abrazo de bondad, Elisa del Tránsito, madre, maestra y amiga, en el corazón de sus seres queridos, su legado pervive.

Adiós, Elisa, tu espíritu libre vuela alto, en el jardín celestial donde las flores florecen, tu luz radiante seguirá alumbrando nuestro camino, y tu memoria en nuestros corazones vivirá por siempre.

Aquí yace Elisa, maestra de la vida, amante de la naturaleza, madre sin igual, su voz suave y su mirada de café, un eco eterno que nos invita a amar.

.