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¿Tener coraje o tener miedo? ¿O ambos?

Entre las variadas frases motivacionales que escucho está siempre el “ser valiente”, tener coraje, atreverse, cuando una está en alguna crisis existencial se escuchan y leen varios de estos mensajes, pero para quienes hemos estado con profunda angustia por decidir o enfrentar desafíos, se sienten como palabras en un idioma extranjero.

Mandela dijo “El coraje no es la ausencia de miedo, si no el triunfo sobre él”. Esta frase me ha servido muchas veces y también me ha dado vueltas en la mente, yo agregaría, en este caso que el triunfo no es sinónimo de destrucción del miedo. Muchas veces hacer algunas cosas requieren valentía y que ésta sea más fuerte que el miedo, pero son importantes y atendibles ambos.

Exceptuando situaciones riesgosas que pueden dañarnos seriamente a nosotras o a otros/as y que vienen acompañadas de ese miedo vital que está para salvarnos la vida, hay muchas otras ocasiones en que sentimos miedo. Las crisis o decisiones complejas se viven a veces acompañadas de una cuota de incertidumbre y angustia.

Nuestros miedos en crisis pueden ser variados. Los miedos pueden ser dejar ir el pasado, a quebrar paradigmas, a ser o comenzar a ser alguien que el mundo externo no conoce, miedo a decepcionar, miedo a intentar, miedo a terminar con un trabajo, miedo a dejar a alguien, miedo al arrepentimiento, miedo a que el esfuerzo no valga la pena, miedo a que no resulte y largos etcéteras. Son justamente esos miedos los que nos alejan del placer o del amor, ya que generalmente, la emoción de miedo es absolutamente contraria a esos sentimientos. Sin embargo, tomar decisiones en ausencia completa de miedo es ideal, pero difícil. Creo que se puede, pero en general, como humanas que somos siempre hay por ahí un espacio para el miedo.

¿A qué viene todo esto? A que he visto a muchas mujeres esperar a no tener miedo para hacer algo en su vida, para dejar un hábito, para decidirse a cambiar de trabajo, para terminar una relación tóxica, para iniciar terapia, para invitar a salir a alguien que les gusta. Muchas tenemos en algún momento el miedo como excusa, pudiendo verlo como una alarma o como una señal, pero en ocasiones es una valla insalvable, inmensa y atrapadora.

La invitación entonces es a escuchar nuestro miedo, él nos puede guiar y en ocasiones puede ser nuestra meta a cruzar.  Cuando logramos ver lo que genuinamente queremos para nosotras, no es una alternativa quedarnos en el miedo congeladas y prisioneras, esperando que desparezca por completo. La propuesta es, que tal si en vez de focalizarnos en todo lo que dejamos atrás o tenemos que sacar de nuestra vida, nos situamos desde todo lo que podemos lograr, todo lo que ganaríamos, todo lo que vendría de bueno, todo el placer, amor o bienestar que puede provocar tomar esa decisión difícil.

Lo he visto, por ejemplo, en algunas de mis pacientes que llegan con mucho miedo a iniciar una terapia, luego van descubriendo que ese miedo es pequeño frente al deseo de estar mejor, se achica al lado de lo grandes que se sienten al atreverse a pedir ayuda, el miedo se contrae frente a la libertad que se experimenta al dejar conductas destructivas. Muchas crisis se enfrentan con miedo, pero ojalá que siempre sea menor a las ganas de crecer, ya que ese miedo también te ayudará a pedir ayuda o a buscar caminos para lograr tu desafío. Quizá el miedo te acompañe, pero puedes ser tú y el amor a tí quienes te guíen en el camino. Hazlo, aunque sientas miedo. Hazlo con miedo, pero hazlo!

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