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Covidioma y Arqueología Galáctica

Atrapados en la covidianidad, nos creemos detenidos como una señalética de STOP en espacio y tiempo, olvidándonos que somos navegantes del cosmos: mientras lees esta nota estás viajando y moviéndote sin llegar a percibirlo, pues la tierra gira alrededor del sol a una velocidad media de 29,8 km/s, el sol se mueve respecto al centro de la galaxia a unos 251 km/s, y nuestra galaxia (la Vía Láctea) navega a 630 km/s. Los medios de información reportan sobre miles de covidivorcios, o siguen registrando la covidiotez de aquellos que no siguen las normas de bioseguridad para evitar más contagios. También celebramos las coronabodas vía streaming, Facebook o YouTube. Nuestra corta vida reducida a la virtualidad. Hay confusión por los coronabulos o noticias falsas sobre el coronavirus que se difunden rápidamente.

En otra cara de la moneda los astrónomos y astrónomas estamos tras las pistas de nuestros orígenes cósmicos. Existe una rama de la Astronomía denominada arqueología galáctica donde excavando atrás en el tiempo, en búsqueda de fósiles de luz, los encontramos: los cúmulos globulares o poblaciones de miles a millones de estrellas unidas gravitacionalmente y que son testigos aún sobrevivientes de la formación galáctica, pues se formaron prácticamente al mismo tiempo que nuestra galaxia hace más de 12 mil millones de años, sin olvidar que el universo se formó hace más de 13 mil millones de años. Los cúmulos nos revelan distintas sorpresas: algunos se formaron in situ, mientras que otros corresponden a regiones centrales de galaxias enanas que fueron devoradas por la Vía Láctea, y otras variedades.

En nuestra propia galaxia se han identificado 5 Progenitores que albergan varios cúmulos, y aquellos han sido denominados con nombres de distintas mitologías como las estructuras Kraken, Sagitarius, Gaia-Encedalus, sumándole las estructuras Helmi Streams y Sequoia. Todas contienen nuestra historia química y evolutiva. Un estudio reciente liderado por la Universidad de Bolonia en colaboración con investigadores en Chile, encontró otro tipo de estructura, los fragmentos fósiles del bulbo galáctico integrados por Liller 1 y Terzan 5. Ambos eran considerados cúmulos globulares genuinos, más dicho estudio reveló su importancia en la formación del centro galáctico. Así construimos el mapa que traza nuestra propia historia, y que a pesar de la covídica virtualidad, en un mundo pandémico, nos seguimos inspirando para detectar nuevas estructuras de estrellas, tal como el reciente descubrimiento del cúmulo con decenas de estrellas, observable a simple vista pero que es el primero en su tipo: Valparaíso 1.

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