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La fibromialgia a través de mis ojos: una historia de resiliencia

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Hace 15 años sentí un cuchillo clavado en mi espalda mientras trabajaba en el computador. Fue un dolor agudo, en todo el cuerpo, que me hizo llorar.

Estuve días en el hospital y ningún examen arrojaba resultados. Me sugirieron que consultara a la Fisiatra Violeta Hinojosa, Directora de la Teletón, quien notó contracturas. Por fin alguien tenía una idea de lo que me ocurría, lo cual me reconfortó, pero no fue hasta que visité al Traumatólogo Aliro San Martín que pude tener claridad sobre mi diagnóstico: fibromialgia.

Regresé a Concepción y fui derivada a un psiquiatra para enfrentar esta «nueva vida». La depresión era algo que ya conocía y no quería volver a experimentar.

El Dr. Mario Muñoz Rebolledo, profesor de la UdeC, me acogió, aunque no creía mucho en la fibromialgia como una enfermedad en sí misma, sino más bien como un término para describir una serie de dolores de origen desconocido.

Estuve seis meses con licencia, tratándome con un psiquiatra y kinesiólogo para recuperar mi movilidad. Me llevó tiempo, pero gracias a parches de lidocaína pude regresar al trabajo. Cinco años después volví a caer en depresión. Mi exmarido era una muralla de ladrillos y no podía hablarle.

No quería ir a trabajar, a pesar de que me gustaba, tampoco podía levantarme y todo empezó a ir mal. Finalmente, fui despedida y recibí mi indemnización. Entonces decidí volver a la universidad y ese ambiente me ayudó más que los medicamentos.

Un nuevo transitar

Durante este tiempo, tomé una decisión sobre mi matrimonio y regresé a casa de mis padres y mi hermano, donde encontré amor y algo de comprensión.

En el 2018 comencé a participar, gracias a mi amiga Carolina Acevedo, en diversas actividades para “mujeres emprendedoras” en Sercotec, Sernameg, UdeC, UBB, y Cowork. Me entusiasmé mucho, especialmente con el emprendimiento de mi amiga, lo que me llevó a pensar en realizar alguna actividad.

Observaba a mi mamá trabajando en el jardín, a pesar de su escoliosis, y sentía admiración por ella. ¡Allí estaba la respuesta! ¡las plantas! Así, empezamos antes de la Pandemia con el proyecto y aunque puede ser agotador, si no me muevo, también me duele. La fibromialgia es una enfermedad poco comprendida, ya que los dolores son invisibles. La indiferencia, negación y duda de tus seres queridos pueden ser los peores enemigos.

No ha sido fácil, intenté volver a trabajar en oficina y online pero no puedo estar más de dos horas en el computador, tampoco puedo convertir mi emprendimiento en un negocio, porque no puedo trabajar las horas que necesito.

A pesar de todo, aprendí la lección de ponerme en primer lugar, quererme y valorarme. Mi mamá y yo seguimos cuidando y recibiendo pedidos de nuestras plantas y aunque es difícil, si un día estoy mal, descanso y luego vuelvo a trabajar. La fibromialgia es un obstáculo, pero he aprendido a adaptarme y a encontrar formas de seguir adelante. Mi emprendimiento me brinda una gran alegría en medio de los desafíos.

Por Verónica Zamorano.

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