Este 19 de diciembre se conmemora el Día contra el Femicidio en Chile, una fecha que nos recuerda que esta problemática sigue siendo una de las manifestaciones más graves de violencia de género en el país. De acuerdo con cifras del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (SernamEG), a la fecha se han registrado 41 femicidios consumados y 284 femicidios frustrados, datos que revelan que, a pesar de los avances legislativos, la cifra de víctimas sigue siendo alarmante, lo que subraya la urgencia de un cambio cultural y estructural en la sociedad.
En los últimos años, se han promulgado leyes clave y modificado otras para abordar la violencia de género. Entre ellas destaca la Ley N° 20.480, que tipifica el femicidio y aumenta las penas aplicables; la Ley N° 21.212, conocida como «Ley Gabriela», que amplía el concepto de femicidio para incluir aquellos casos ocurridos fuera de una relación afectiva, como el femicidio por razones de género, además de la Ley N° 21.565, que establece un régimen de protección y reparación integral para las víctimas de femicidio, suicidio femicida y sus familias.
Frente a este tema, la abogada María Ignacia Ferrada, del estudio jurídico Defiéndete Mujer de Temuco, subraya que, aunque los avances legislativos son importantes, aún queda mucho por hacer. “Los avances son significativos, pero siempre queda la sensación de que no es suficiente. La ampliación del concepto de femicidio es un paso crucial, pero las leyes por sí solas no cambiarán la realidad. Es necesario un cambio cultural profundo en la sociedad”, asegura.
La realidad de los femicidios durante el 2024
El Informe Nacional de Víctimas de Femicidios Consumados en Chile revela que la situación sigue siendo grave. En el primer semestre, el grupo etario más afectado por los femicidios es el de mujeres de 18 a 29 años, con un aumento del 23,1% en comparación con 2023. Aunque en 2023 la mayoría de los femicidios ocurrieron en el domicilio común (60%), en 2024 este tipo de casos sigue representando un porcentaje significativo (23,8%).
Un dato alarmante es el aumento de los femicidios ocurridos en la vía pública, que pasaron del 5% en 2023 al 23,8% en el primer semestre de 2024. Este cambio revela la diversidad de contextos en los que las mujeres siguen siendo asesinadas, lo que hace más urgente una respuesta integral y eficaz por parte del Estado.
En este marco, la abogada también señala la falta de sensibilidad gubernamental y la insuficiencia de recursos. «Una mujer tiene que peregrinar para hacer la denuncia, y los peritajes, muchas veces, no tienen un enfoque de género. El Servicio Médico Legal no da abasto y, en ocasiones, no cuenta con la perspectiva necesaria en cuanto a género», enfatizó.
El acompañamiento a las familias y la reparación
El acompañamiento emocional a las familias de las víctimas de femicidio es otro aspecto fundamental en este contexto. La psicóloga Paola Barrera, de Fundación Sirona de Temuco, resalta que el duelo por femicidio es especialmente traumático. “Las familias saben que hubo sufrimiento previo, que vivieron violencia de género durante un tiempo. No es una hija que se va por enfermedad o muerte natural; es una hija que se va por homicidio, porque alguien le quita la vida”, explica Barrera.
La psicóloga advierte que el proceso de duelo ante un femicidio puede convertirse en patológico si no se maneja adecuadamente. “Además, son duelos que van asociados a una causa jurídica y también tienen elementos estresantes. Por otro lado, en la familia muchas veces existe esa sensación de culpa y responsabilidad por no haber visto las banderas rojas, pero hay que tener en cuenta que cuando ocurre la violencia de género, pasa en un entorno más cercano a la pareja y, muchas veces, eso no sale a la luz».
Ahora bien, ¿qué sucede con las víctimas de un femicidio frustrado? De acuerdo con la profesional, enfrentan graves secuelas emocionales. La intervención emocional en estas mujeres es de largo aliento, ya que muchas padecen trastornos de estrés postraumático, trastornos del ánimo y ansiedad debido a la violencia extrema sufrida. En esa línea, Barrera, quien además es Magíster en Psicología Jurídica y Forense, señala que es urgente contar con más centros especializados y casas de acogida para mujeres y sus hijos, además de políticas públicas que prioricen la prevención y el apoyo a las víctimas de violencia de género. Sin estas medidas, las posibilidades de recuperación plena para las mujeres sobrevivientes se ven comprometidas.
La urgencia de un cambio integral
“El trabajo con las mujeres y los hombres debe darse desde la primera infancia, especialmente en la educación, porque es donde participamos y es un elemento que nos muestra la equidad y cómo resolver, afrontar e interiorizar el tema de la violencia, qué se permite y qué no. Se debe trabajar sobre los límites, el respeto y la protección, que deben ser mutuos, equilibrando las miradas de género”, explicó la psicóloga. “En Fundación Sirona, creemos que el acompañamiento debe tener como objetivo principal el bienestar integral: mostrar los recursos, educar, acompañar para que las mujeres puedan empoderarse y salir adelante”, finalizó.
«Lamentablemente, cada vez que nos alzamos, como pasó hace algunos años, surge una contrarrespuesta. Esa contrarrespuesta ha sido sumamente conservadora y busca restar los derechos que han sido muy difíciles de conseguir. Y no solo se da en el ámbito público o político, sino también en una contrarrespuesta con más violencia. Creo que no debemos bajar los brazos», planteó también, a modo de reflexión, María Ignacia Ferrada. «Pienso que a nivel personal, hay que preguntarse: ¿qué puedo hacer yo para que una mujer no tenga miedo o para ayudarla cuando está en riesgo su vida? Creo que es clave el llamado para movernos, para accionar, para reflexionar», señaló.
A pesar de los avances en la legislación y la atención a las víctimas, el camino hacia una sociedad libre de violencia de género sigue siendo largo. Las cifras actuales muestran que el femicidio continúa siendo una de las formas más extremas de violencia contra las mujeres en Chile. Es urgente que no solo las leyes, sino también la sociedad en su conjunto, asuma el compromiso de erradicar la violencia de género y brindar un apoyo real a las víctimas, para garantizar un futuro donde las mujeres puedan vivir libres de violencia y discriminación.