Por Paula Cifuentes Torres
Periodista | Doctora en Historia (c) | Especialista en Género y Sostenibilidad
En un mundo que enfrenta estancamiento económico, cambios demográficos radicales y una revolución tecnológica en marcha, la igualdad de género se posiciona como una pieza estratégica para el crecimiento. Sin embargo, en Chile, los números siguen poniendo en evidencia una realidad compleja: avanzar, sí; liderar, todavía no.
El informe Women in Work 2025 de PwC, publicado en marzo con motivo de su 12° aniversario, vuelve a ubicar a Chile entre los tres países con peor desempeño en igualdad de género laboral de la OCDE. Con un puesto 31 de 33 naciones analizadas, y solo por delante de Corea y México, la fotografía es clara: el rezago persiste. Y, al mismo tiempo, se transforma en una alerta sobre el costo de desaprovechar el talento y la energía de millones de mujeres.
Chile mejora, pero sigue en deuda
Desde 2011, nuestro país ha subido 10 puntos en el índice general —de 42,1 a 52,2— lo que refleja ciertos avances en participación femenina en el trabajo, disminución del desempleo y reducción de la brecha salarial de género. Sin embargo, la velocidad es preocupantemente lenta. La brecha salarial promedio sigue en 14,3%, y la tasa de participación laboral femenina apenas alcanza el 60,5%, muy por debajo del promedio de países desarrollados.
El reporte sostiene que, a este ritmo, cerrar la brecha salarial en la OCDE tomaría más de 46 años. Un número que, en clave feminista, no solo denuncia el retraso estructural, sino también la normalización de esa espera.
Género y crecimiento: ¿por qué importa?
Lejos de ser un “asunto de mujeres”, la equidad de género en el empleo es una palanca decisiva para el desarrollo económico y la productividad nacional. Diversos estudios han mostrado que aumentar la participación femenina en el mercado laboral impacta directamente en el PIB, en la innovación y en la sostenibilidad del sistema de pensiones, especialmente en contextos de envejecimiento poblacional como el chileno.
Sin embargo, la resistencia de ciertos sectores a las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), sumado al sesgo persistente en la cultura empresarial y a la sobrecarga de cuidados que recae en las mujeres, siguen frenando lo que podría ser una de las mayores fuentes de dinamismo económico del país.
¿Qué mide el Índice Women in Work?
El informe se basa en cinco indicadores:
- Tasa de participación laboral femenina
- Brecha salarial de género
- Tasa de empleo a tiempo completo
- Tasa de desempleo femenina
- Brecha en la tasa de participación entre hombres y mujeres
En los últimos años, todos estos indicadores han mejorado en Chile. Pero el progreso no ha sido suficiente para revertir una estructura desigual que, en muchos casos, expulsa silenciosamente a las mujeres del mercado laboral formal, o las encasilla en empleos de baja remuneración y alta informalidad.
Un desafío colectivo: construir un mercado laboral inclusivo
La baja productividad del país no se explica solo por razones económicas. Tiene rostro de mujer. De mujeres que no acceden a cargos de poder, de mujeres que deben elegir entre cuidar o trabajar, de mujeres subvaloradas por igual trabajo y menor salario.
Si queremos salir del estancamiento, es urgente repensar las políticas públicas y empresariales desde una perspectiva interseccional, que reconozca las desigualdades estructurales por género, clase, territorio y etnia. Y sobre todo, garantizar que los avances no dependan solo de la voluntad política de turno, sino de un compromiso profundo y sostenido del Estado, la empresa y la sociedad civil.
Fuente: https://www.pwc.com/cl/es/Publicaciones/women-in-work-2025.html