Por Dra. María de los Ángeles Oyarzún-Farías. Académica Escuela de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales y Comunicaciones, Universidad Santo Tomás, Sede Concepción. Investigadora Asociada Centro CIELO UST.
En más de una ocasión me han preguntado, con cierta extrañeza: «¿por qué estudias a los padres?, ¿por qué hablar de paternidad?». Mi respuesta es cada vez más sencilla: es necesario hablar de los hombres y las paternidades si aspiramos a lograr la igualdad de género. En otras palabras, porque las vivencias de los hombres también son importantes. Es fundamental reconocerlos como seres generizados, concibiendo a los hombres y sus masculinidades como una construcción social, tal como propone Connell (2015).
Soy consciente de que esta afirmación puede generar resistencia en algunos grupos feministas que, comprensiblemente, priorizan la atención en las desigualdades que aún enfrentan las mujeres a causa del patriarcado. Respeto y valoro profundamente esa posición. Sin embargo, confío en que abrir estas discusiones es indispensable para avanzar en la búsqueda de la igualdad.
Hoy, en el Día del Padre en nuestro país, considero crucial detenernos a reflexionar sobre los hombres y las paternidades. Utilizo el plural para reconocer la diversidad de formas en que los hombres pueden ejercer su rol paterno, desde los modelos más tradicionales, centrados en el rol de proveedor, hasta aquellos que anhelan relaciones más cercanas y afectivas con sus hijos e hijas, lo que algunos teóricos han denominado la «nueva paternidad».
Numerosos estudios de las últimas décadas respaldan la importancia del involucramiento paterno por diversas razones:
- Desarrollo de los hijos e hijas: Existe una sólida evidencia que demuestra que la implicación paterna influye positivamente en el desarrollo cognitivo, emocional, físico y social de los hijos e hijas, contribuyendo también a la reducción de problemas en su desarrollo.
- Bienestar familiar y equidad de género: El involucramiento paterno en la crianza y el cuidado de los hijos e hijas favorece el bienestar de las mujeres y fomenta relaciones de género más equitativas dentro de las familias.
Pero la paternidad involucrada no solo beneficia a los/as hijos/as y a las mujeres; también es positiva para los propios padres. Estudios recientes han demostrado que la paternidad es un evento transformador en la vida de los hombres, ya que aumenta sus niveles de felicidad y les otorga un sentido y propósito de vida, favoreciendo así su bienestar. A pesar de estos beneficios, persisten diversas barreras estructurales que limitan el ejercicio de una paternidad activa.
Ante este panorama, es imperativo seguir implementando acciones que transversalizan el enfoque de género en todos los ámbitos, incluyendo activamente tanto a hombres como a mujeres. De esta manera, avanzaremos hacia una corresponsabilidad familiar y social que nos acerque, cada vez más, a una sociedad verdaderamente igualitaria.
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