Una marca sólida, una impronta, es el cómo debe ser el cuerpo de una mujer y, por tanto, de las mujeres. Eso es un estereotipo, el cual se define como “una imagen, idea o noción inmutable que tiene un grupo social sobre otro, al que le son atribuidos de forma generalizada conductas, cualidades, habilidades o rasgos distintivos “(Andrea Imaginario/2020). El estereotipo físico de la mujer vive dentro del estereotipo de género femenino.
Desde que nacemos a las mujeres se nos transmite de manera explícita e implícita la forma general en que debemos ser físicamente, lo que se espera para ser adecuadas o felices. Prima como mandato-social-ese conjunto de ideas del ser mujer-física, que generaliza de manera rígida una idea del ser, un molde. Lejos está de los que cada ser humana quiera ser y vivirse a su deseo propio y en coherencia consigo misma.
Uno de los fuertes elementos del estereotipo femenino es el cuerpo. Este debe ser bello, delgado, perfecto en proporciones, atlético y que lo corone un rostro lindo y joven. Entonces quedan fuera todas aquellas que no entren en este molde; molde, socialmente construido y que define lo que es bello o no. Esto trae una fuente de menoscabo, frustración e infelicidad, que debilita el amor propio y desvía a lo que se quiere se vea desde afuera, desde los otros/as y no de lo que cada una quiera transmitir de manera auto valorada, satisfecha y feliz.
No existe la mujer perfecta físicamente, sin embargo, el modelo patriarcal-machista que impera en nuestra sociedad, lo tiene declarado y actúa de manera hegemónica y represora.
N. De Ugarte López*, señala en un estudio del 2017 que, el 91% de las mujeres considera que la publicidad impacta en la construcción de la identidad, el 90% que la imagen física afecta con la satisfacción con la vida, el 86% ha dejado de hacer actividades por cómo se siente con su cuerpo y que 3 horas al día promedio, pasan pensando en su cuerpo.
Sin duda, el físico-mujer es un elemento intrínsicamente ligado al amor propio, el bienestar y la salud mental de las mujeres a cualquier edad y, por ello es relevante deconstruir este estereotipo dominante para dar espacio y vuelo a la libertad de elegir, desde el re conocerme mujer, única e irrepetible, con las características que cada una escoja amar libre y conscientemente, salir del “corsé” que aprisiona el cuerpo.
Gustarse a si misma es la principal revelación y rebeldía al estereotipo, re conocerse, amarse, gozar de la belleza propia es un acto de liberación y sanación. Por tanto, el camino es de cambio social, deconstruir las ideas erróneas respecto del cuerpo de una mujer. En ello los medios de comunicación son claves como herramientas de colonización del cuerpo femenino, más aún en tiempos de fuerte influencia de redes. Y, el camino personal de autoconocimiento, terapéutico de sanación individual o colectivo, que alcance la aceptación y bienestar con la mujer-física que somos y, con ello seamos protagonistas de nuestra vida.