En noviembre de 2020, gracias a la presión y la movilización de agrupaciones de mujeres, se promulgó la Ley 21.282 que declara el 19 de diciembre como Día Nacional Contra el Femicidio, día en que fue brutalmente asesinada Javiera Neira Oportus, de 6 años, por parte de su padre biológico, en el contexto del femicidio frustrado de su madre. Esta fecha nos convoca a visibilizar este delito como la expresión más extrema de violencia de género, y nos llama a dignificar la memoria de las mujeres asesinadas, reconociendo los aportes realizados por el movimiento feminista para visibilizar una problemática que no empezó este 2022.
Las mujeres en Chile son atacadas de las formas más crueles y violentas, y en cifras del SernamEG ya reportan este año 36 femicidios, y 159 frustrados, que son la punta del iceberg de un problema social que viven las mujeres y niñas en sus hogares, pero también en las calles, micros, trabajos, escuelas. Habitamos un sistema que naturaliza y reproduce un orden desigual e injusto, que permite que los hombres puedan expresar su odio, perpetuando estereotipos que sostienen las divesas formas de violencia hacia las mujeres.
La violencia femicida se ejerce para mantener y reproducir un orden social que se mantiene en un sistema patriarcal que le entrega a los hombres una posición de poder ante las mujeres y las castiga si prtenden desafiar la autoridad y dominación machista. La violencia debe ser erradicada, derrumbando creencias que la justifican en una relación, “una no pertenece a la otra persona” , “el amor no todo lo puede”. Dejemos de romantizar la violencia, porque vulnera nuestros derechos y libertades.
Como Gobierno reactivamos la discusión del proyecto por el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia, pero indudablemente, requerimos urgentemente un cambio cultural que cuestione y detenga la violencia como forma de relación, y es ahí donde todas y todos, como sociedad civil, podemos involucrarnos, porque cuando asumimos que la violencia de género, sí es nuestro problema, nos volvemos parte de la solución.
El llamado es a dejar una huella con los cambios culturales que se requieren para asegurar el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia. No nos lavemos las manos frente a una realidad que pareciera seguir naturalizando la violencia de género como forma de expresión. Contribuir a detectar, detener y erradicar la violencia contra las mujeres es tarea de todos y todas. Porque #SíEsMiProblema.
Por Cristina Martín Sáez. Seremi de la Mujer y la Equidad de Género de Ñuble.