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Perdonarte en la maternidad

Muchas de nosotras tenemos en nuestro corazón y mente sentimientos de culpa por lo que hicimos o dejamos de hacer con nuestras criaturas. Nos cuestionamos la forma en que les damos lo que quieren, que a veces cuando son pequeños/as son mucho juguetes o son pocos, o somos muy permisivas o somos muy estrictas, nos cuestionamos cuando son adolescentes, que tanto debo vigilar su comportamiento y que tanto debo dejarles su privacidad, los “abandonos” a los hijos con otras cuidadoras (abuelas, niñeras, profesoras) por cumplir en el trabajo etc.

En ese recorrido que transitamos hasta llegar ansiosamente al equilibrio, obviamente cometemos errores. No siempre es fácil que nuestros niños y niñas sean una prioridad, es triste constatarlo, muchas madres podemos tener como una guía genuina el bienestar de los/as hijas/os, sin embargo, en algunas situaciones nos sobrepasan, el cansancio, el estrés o alguna pena se cruza y perdemos la brújula. La culpa nos llena y se nos hace complejo salir de ahí.

El proceso de sanación comienza con tener claridad del daño que podríamos haber hecho,  también revisando las condiciones en que se dieron las conductas u omisiones, y además re-analizando el daño que nos hemos hecho a nosotras mismas en el contexto del ejercicio de la maternidad.

Lo primero, en el camino de la mayor consciencia, es re-mirar con ojos más compasivos a nuestro yo de antes o de ese momento.

Generalmente nuestros actos están motivados por una meta de bien superior por nuestros hijo/as, sin embargo, en ocasiones analizando más detenidamente, fue más importante nuestra comodidad, nuestro bien o nuestra búsqueda de calma la que primó en nuestra conducta. Es ahí cuando nos damos cuenta de las rocas de culpa que cargamos, esas sólo nos traen sufrimiento, si pudiéramos realmente responsabilizarnos y perdonarnos podremos avanzar.

Lo segundo, es analizar nuestra responsabilidad, es decir, asumir que frente a seres vulnerables a nuestro cargo, no es posible exigirles altos grados de compresión de nuestras situaciones laborales, compromisos escolares estrictos, toma de decisiones responsables, control emocional etc. ya que nosotras estamos para subsidiar y acompañar su proceso de crecimiento, por lo tanto, nuestro bienestar psíquico y emocional es fundamental, y es nuestro deber hacernos cargo de él. Es decir, ser conscientes del poder que sustentamos ante nuestros hijos/as, por lo tanto es importante, estar en el mayor bienestar posible, para brindar bienestar.

Por último, perdonarnos en aquellas ocasiones que no lo hicimos tan bien y tomar el compromiso de no repetirlo, en síntesis, aprender. El perdón entonces, es la liberación, mirar compasivamente y dejar ir. Es un acto no necesariamente religioso, sin no espiritual y con compromiso de aprendizaje. El perdón nos hace más fuertes, es un acto finalmente de valentía para enfrentar el día a día de nuestra maternidad y seguir mejorando.

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